Un cigarro tras otro, el teléfono sigue en silencio y transforma todo en una tortura lenta y dolorosa. No quiere hablarme de él, y me tiene acá, aguardando en esta callada espera tonta. Perverso momento que juega con mis sentimientos, mis ganas y un tiempo muerto que no pretende revivir con su presencia. Me ahogo en esperanzas vagas y el humo de un pucho solitario quiere que pierda la paciencia, que deje todo este juego de lado y siga con la poca vida que tenía. Sin problemas, sola y sin estar atada a esta ceguera fulminante. No hay remedio que sane una herida auto infringida por caer rendida a sus encantos. No supe cómo escapar de sus besos y terminé inserta en una boca acompañada, compartida. Mientras, espero. Sé que no vendrá a buscarme ni menos cambiará todo lo que tiene por esto. Sólo necesito escuchar su voz aunque sea para decirme que no puede hablar, que está con ella y que pronto se comunicará. Con eso basta para saber que una parte suya vive junto a mí también. Eso prometió aquella noche de sexo ingrato, que seríamos tres, y que con el paso del tiempo, podíamos llegar a ser sólo los dos. Eso espero…
Inzzzomnio 