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Vengo llegando de un exquisito viaje a Brasil. Estuve en Río y me paseé por las playas de Buzios. Un apacible viaje familiar dio pie para comparar. Sé que son odiosas las comparaciones, pero es inevitable cuando compartes con otras razas, otros estilos, otras formas, otros cuerpos, etc. Fui a muchas playas, caminé por el centro, comí en uno que otro restaurante y debo decir que vi mujeres clase “A+”, usted dirá ¿qué cresta es eso? Bueno, eso es una categoría reservada sólo para algunas. En donde la belleza supera la ficción y en donde un cuerpo, un estilo, un tipo de pelo, hace que te des vuelta a mirar casi ridículamente. Me pasó, y más de una vez, cosa que no me había pasado hace un buen rato. La sensación de que ves una mina y te enamoras y a los 3 minutos te desenamoras y la engañas con otra que pasó. Tal cual. La frase muy nuestra: “le entrego casa, auto, anillo y todo”, creo que la dije unas 40 veces, por lo menos. Vi mujeres estupendas, y me llamó la atención que hace rato que no veía tanta mujer alta. En términos de cuerpo, la brasileña tiene un poto que pocas veces verás en Chile (y en el mundo). Tienen unas piernas largas y un formato medio raro, pero acertado de cuerpo. La naturaleza les dio “algo”, que no sé qué cresta es, pero lo tienen. En este viaje, no sólo vi brasileñas, también argentinas, ya que son muchas quienes trabajan allá. Una mutación entre el cuerpo y la onda argentina, pero viviendo allá, con la soltura y el encanto brasileño que terminan por volverte loco. Acá me quiero detener (¿estoy siendo muy despiadado?): “la onda”. Un buen cuerpo lo puedes tener, lo puedes arreglar, lo puedes tapar, pero la onda, el encanto, no lo encuentras a la vuelta de la esquina. En eso, señoritas, pierden la pelea por K.O. La chilena no tiene nada que envidiarle a nadie en el cuerpo y el estilo, porque digamos que acá también hay minas muy guapas, pero la onda… dios mío. Las brazucas son de risa fácil, sin saber si son fáciles o no (cada loco con su tema); tienen su carácter, lo cual las hace más atractivas aún; son desinhibidas por naturaleza, lo cual es un plus a los sentidos; son calientes-cálidas por decreto, entonces se hace muy agradable rodearse de ellas, verlas, conversarles, etc. Si a este grupo, le sumamos la mezcla de argentinas que se fueron a vivir allá, y que fusionaron el pastel, llegamos a un ser extraño y tremendamente atractivo: una brasileña-argentina, con un estilo medio hippie-chic-playera-elegante. Es difícil de explicar, pero eso es, eso vi. Para mi gusto, la brasileña de color, es un formato más agresivo o salvaje, y no me gustó mucho, pero la brasileña media trigueña, es para morirse de rica, tal cual. Entonces, acá el tema de esta fatídica (para algunas) columna, ¿qué pasa con la chilena (salvo honrosas excepciones) que no es capaz de hacerme dar vuelta a mirarla como loco? ¿Por qué en este país no es permitido sonreír a alguien en un negocio, sin querer nada y conversar “porque sí”? ¿Por qué a ustedes, chiquillas, les cuesta tanto la tontera de ser y parecer? ¿Para qué el botox, las pechugas, si la cosa no va por ahí? ¿Por qué nunca las voy a ver bailando en una esquina sin que le importe un carajo el qué dirán? ¿Por qué incluso, a una brasileña de mal cuerpo se le bien un bikini enano? ¿Onda? Onda todo el rato.

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Como siempre, la gente tiene algo que decir: Soledad dice: “no apoyo la obsesión de las argentinas a ser platinadas. En hombres, prefiero a los brazucas, vea teleseries brasileñas y me encontrará la razón”. No veo, pero le creo. Carola: “para vitrinear, los arg y bra, para estar, un chilenito, los otros son muy pasados a challa”. No deja de tener razón, aunque ¿“chilenitos”?. Constanza dice que “envidia a las arg y bra porque se dan el lujo de ser sexys y atrevidas, de tirar con quien y cuando quieran, de vestirse como quieran, sin importar el qué dirán. En Chile es mucho el prejuicio”. Tal cual. Daniela dice “las chilenas no nos atrevemos con el escote, el accesorio, el jeans ajustado, y no tiene nada que ver con ser flacas, gordas, viejas o jóvenes”. Renzo dice: “en cuanto a físico, la chilena anda excelente, sobre todo la generación más joven. Ahora, en tema mental, el machismo de la chilena es heavy. El “combo” ideal sería: la choreza chilena, la simpatía argentina, el calor brazuca, la iniciativa de las gringas, el relajo de las europeas y lo buenas amantes de las checas-rusas-húngaras”. Hazte esa. Creo que la opinión de Javier, calza con lo que pienso. “he conocido de todo y la chilena está al debe. Las arg sin ser regias, siempre se sacan partido y sean como sean, siempre con onda. Las “paraguas” son más toscas por su mezcla indígena-hispana, que a diferencia de nuestro país, da resultados o lo saben aprovechar. Las brasileñas, son lejos las minas con más onda que he conocido. Simpáticas, coquetas, cariñosas, atractivas. Puedes toparte con el bombón más rico en un supermercado y no te costará cruzar una sonrisa. En eso, estamos años luz”. Concuerdo plenamente. Alejandro dice que “se queda con la cara de las venezolanas, la simpatía de las argentinas, la espontaneidad de las colombianas y el cuerpo de las paraguayas, aunque me gusta el cariño de la chilena”. Andrea, “las mujeres chilenas no tenemos nada que envidiar al culo brasileño”. Habría que verlo. Stefania dice que “a las brasileñas les da lo mismo ponerse un bikini diminuto aunque estén llenas de celulitis, acá, eso es imposible; y decir que el poto de las argentinas es cuando jóvenes, porque tienen “mala muerte”. ¿Será así? Bueno, viajar es cultura para mi, y es aprendizaje en todo sentido. Comparar siempre ayudará a crecer. Pero insisto, no es físico, es onda. Chiquillas, no tienen nada que envidiarle a nadie, pero si le sonríen en el supermercado, devuelva la sonrisa, no tiene nada de malo.

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