Stella y su aparatito…

STELLA

Cuando me preguntaron si quería escribir una columna vista desde mi rol de dueña de casa, no dudé un segundo. No sabía qué iba a escribir ni cómo empezar, pero lo vi como una forma de desahogarme, contar mi vida y mis problemas, ahorrándome, claro, la ida al psicólogo y las miradas reprobatorias de alguien que no se atreve a decirme:”usted la está cagando”. Además, puede ser una ayuda para alguien que vive lo mismo que yo. En fin, acá estoy, sentada, calcinada de calor, viendo como mi hijo mayor lo pasa increíble en un cumpleaños con piscina. Quien como él, flaco como estaca y más encima fibroso, que se puede dar el lujo de correr como loco sin que se le mueva absolutamente nada (ya te imaginarás que dios no me dio esos atributos). Soy de las que le gusta comer, tomar cerveza y cualquier cosa que el nutricionista prohibiría. Me presento, mi nombre es “Stella”.

Te cuento que soy chilena, tengo 40 años, y estoy felizm… bueno estoy casada. Tengo 2 hijos maravillosos, el mayor de 7 y la chica de 3, “la parejita”, como dicen los más cursis. Me casé hace 10 años, justo antes de cumplir los 30… según mis tías, me alcancé a agarrar del último vagón del tren… viejas hueonas, se casaron todas antes de los 22 y ahora ninguna tiene marido ¿Quién estaba equivocada?

dueña de casa 2

Insólitamente me casé con mi primer pololo después de una larga relación; el tiene 3 años menos que yo, pero la verdad es que no se nota porque es bastante más serio y aburrido, aunque ahora le ha dado por el deporte y bajar de peso, así es que puede que se esté notando un poco la diferencia… mala cueva para mí.

Soy dueña de casa por opción, una decisión conversada de antemano y que por suerte del destino era idea de ambos. Nos llevamos bien, compartimos algunos roles, y si bien, mi marido ayuda, es siempre y cuando yo se lo pida, a las dos o tres veces o la cuarta con un grito, porque no se le ocurre que los niños comen y se bañan todos los días o que la ropa sucia no se deja en el suelo. No tiene por qué intuirlo porque “trabaja”. Que yo tenga nana sólo 2 veces a la semana, que me parta el lomo y grite como enferma de la cabeza para que uno haga tareas y la otra se peine, no es un trabajo… es mi privilegio por estar en la casa… jajaja… me río sola ¿Qué opinan? Bueno, ya me irán conociendo más, y aunque suene increíble, soy feliz, o sea me siento feliz a ratos, aunque creo en lo que me dijo mi mejor amiga: “la felicidad son sólo momentos”, ¿No creen?…

Estoy cansada, sí, y con un genio de mierda también, pero eso es propio de mi ADN y no de mi vida como madre y esposa, aunque claramente los años acentúan todo. No me arrepiento ni por un minuto de mi elección, lo haría una y mil veces más, aunque también entiendo cuando otras mujeres dicen que se morirían en la casa; yo me moriría si estar con mis niños… pero lo que no entiendo, es que haya mujeres que digan que “no están en la casa porque no quieren ser floreros”. Mijitas, los floreros tienen flores y están siempre arreglados y lo mejor de todo… los floreros no se mueven, por lo tanto… no me vengan con hueás!

pin-up

De un tiempo a esta parte, me vino un segundo aire, me revelé, me puse a leer y otros menesteres; en mi vida había agarrado un libro, ni Papelucho leí en el colegio. Un día del 2012 llegó a mis manos el archimanoseado libro de las “50 sombras” y vi la luz (no por el perico, si no por el placer a que algo me enganchara y me abriera la… mente). Me di cuenta que podía leer y retener no sólo líquido, también información. Leo todo el día, a veces no cocino para poder seguir leyendo, pero me da lo mismo porque desde que fui mamá, por primera vez estoy haciendo algo que me gusta de verdad. Bueno, y como era de esperarse, entre lecturas y revelaciones, me bajó la tontera o las ganas de hacer “cosas más entretenidas”, algo que “a mi socio” no le molesta, pero tampoco lo vuelve loco; por ejemplo, y siguiendo con la tónica “zezual” (léase sexual calentón), se fue a USA, me preguntó que me traía aparte de puchos (fumo más que puta presa, sé que tengo que dejarlo) y se me ocurrió pedirle un “juguetito”, de esos que hacen lo que otros no hacen tan bien y ayudan a prolongar la sonrisa y ponerle vibras a la vida… me abrió los ojos como sapo, y de paso le aclaré que no tengo quejas (tengo, pero no tantas, después les iré contando) y que era para usarlo los dos. Me abrió los ojos más grandes aún y se fue de viaje. Veremos si llega con lo que le pedí. Creo que será un ingrediente para ensalzar este cuento… ¿será capaz?… ¿cómo lo ven? ¿una pareja de cuarentones, merecemos algo nuevo?… help me!

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