no hay maratón que dure 100 años…

Hace como 5 años que corro. No soy profesional, pero me gusta eso de la independencia de tomar las zapatillas y darle, solo, tranquilo, sin que nadie te huevee. Hace un par de meses, que tomé la decisión de enfrentarme al monstruo de los 42K. Una prueba, que a todas luces, se veía para “campeones” o para hueones power y bien entrenados. No es llegar y correrla. Pero como hago mucho deporte, y mi estado físico cumple con los estándares mínimos de un tipo de casi 35, dije: “ok, vamos a lanzarnos, si no es ahora, no será jamás”. Y acá estábamos, con este tremendo desafío, personal, por delante. La semana anterior, no dormí casi nada. Tratando de preguntarle a los más entendidos, cómo debía hacerlo para cumplir. Muchas indicaciones: que come esto, esto otro; que no hagas deporte, que no tires, que no copete, etc… o sea, puros NO… es más, muchos, me dijeron: “estás loco, cómo vas a correr eso!”. Pero bueno, como soy un hueon acostumbrado a los NO, dije SI. A principio de este 2012, hice una lista con mis prioridades, 12, una por mes, y esta, estaba dentro de esas: “CORRER, AL MENOS, UNA MARATÓN COMPLETA (Y LLEGAR MÁS MENOS ENTERO)”.

Que la pasta, que las zapatillas, que la pinta para ese día, que cómo me voy, dónde me estaciono, que mil cosas vas pensando antes de… pero siempre, nervioso, y no porque quería ganarla ni mucho menos, sino, porque quería completarla!, lo cual, ya se veía complicado. Miraba el mapa y me daban ganas de vomitar de solo verlo. Era una locura. Un recorrido que va desde la moneda a Padre Hurtado, para después bajar a Manquehue y luego subir a Lo Curro, para después bajar a Costanera y así… o sea… un soberano culo.

Eran las 7 de la mañana y pasaba a buscar a mi hermano, quien iba por los 10k tratando de bajar su marca. Creo que anduvo bien, así es que la raja. Llegamos al cuento, y como era de esperarse, 20 mil hueones en las calles. Lleno, pero repleto de gente, todos, con su desafío propio. Eso es correr, desafíos constantes. Bueno, no me había inscrito y como el año pasado, me iba a meter a la fila que pudiera. No pude a la de los 42, así es que, entré a la de los 21, todo bien, partíamos, eso sí, media hora después del inicio oficial, o sea, a las 9:00. Ya los grossos de 42 llevaban media hora de camino. Pero daba un poco lo mismo, la idea, era estar ahí. Lista mi cámara, mi teléfono con 6,5 horas de canciones power para el ánimo, mis rodillas parchadas con dos vendas tubulares para los dolores y mis zapatillas “rossoneras” de la vida.

Estamos. Comienza la tonterita. Mi corazón a mil, mi cabeza a 2 mil y mis ganas, a 3 mil. Un rebaño de tipos yendo para el mismo lado. Unos cantan como locos (han escuchado cantar a alguien que va trotando?, es un chiste, entre la marcha y lo cagados que van, es como escuchar cantar a un perro), otros a su ritmo, otros poniéndole con todo (mismos que veré más adelante, muertos). Los primeros 10K, son normales, no hay mucho que contar. Mucho movimiento, mucha parafernalia, pero nada más. una vez que llegas al estadio Nacional, hay dos caminos, uno que dobla a la izquierda, por Campos de Deporte y te lleva a los 21K, y otro, que te lleva directo por Grecia arriba, que te lleva al tormento. Bueno, elegí el segundo… (seré hueon)… de pronto, me doy cuenta que era el único saco de hueas, que elije esta ruta. Yo pensaba que habían más pericos con ganas de cambiar de destino y jugársela por lo grande, pero no, me ví solo corriendo por Grecia hacia arriba, un buen rato, fue como una película, o como estar trotando a las 6 de la mañana, con un Santiago pelado. Pero bien, porque me ayudó a concentrarme, aunque claro, dije, “chucha, dónde están todos!”, pensé que si estaba tan solo, se habían ido los hueones del agua y ahí, cagaba… pero no, todo estaba normal. Hasta que a lo lejos, veo a una tipa, del bando de los 42, hecha mierda, tratando de ganarle al destino, espero lo haya hecho… (no creo, se veía muy mal). Por esos lares, llevábamos, recién, 23k… o sea, quedaba mucho camino por recorrer.

El día anterior, leí la nota que hizo un periodista de El Mercurio, quien hizo el recorrido completo y daba algunos tips… le achuntó, medio a medio… después de Grecia, tomas Vespucio, lleno de autos, un caos… después, agarras Bilbao, y acá, uno de los aciertos del periodista, de Vespucio a Padre Hurtado, subiendo por Bilbao, se transforma en una pesadilla. Llevas 27 k y ya no quieres más guerra, y miras para “arriba” y ves el Parque Intercomunal como si estuviera en Japón… o sea, a la conchesumadre!!… pero bueno, vamos, hay que meterle no más… ahí, es el tramo donde empiezas a encontrarte con los rezagados… todos, muertos, gimiendo, rajas, hechos bolsa… y empiezas a creer, firmemente, que si los alcanzaste, es porque no estás tan mal… así es que, sigamos…

Pasamos Padre Hurtado, y bajamos por Cuarto Centenario, en donde me encontré con mis sobrinas, las hijas de mi hermano, conversamos un rato, nos sacamos fotos (que no salieron) y a seguir… un relajo en medio del camino, hace bien… tomo Colón y me encuentro con mi viejo, otra conversa, unas fotos y a seguir… otro relajo en el camino… después, tomamos Manquehue y acá, otro acierto del periodista aquel. Es un culo, pero de esos culos grandes. De Colón hasta la rotonda Lo Curro, pasando por el paso nivel de Apumanque, Presidente Riesco, Kennedy y la Clínica Alemana, no se lo doy a nadie. Ya voy en el kilometro 30 y tanto y estoy por perder la cuenta y de paso, las piernas… acá, entre el kilometro 28 y el 35, mis piernas dejaron de recibir mis órdenes. Mi cabeza pensaba algo, pero las chuchas de su madre, hacían otra cosa, y tiesas, y duras, y rígidas como palo. “Acá cagué”, dije… y todavía quedaba la mitad del camino… wow… y ahí pensé, NO HAY MARATÓN QUE DURE 100 AÑOS… ya conversando con los partners del lado, seguimos, y llego, a lo que para mi, fue un premio, la rotonda Lo curro, donde corro siempre, donde estoy gran parte del año, y me sentí como en casa, como que debía volver de una rutinaria sesión de trote, y como que me vino un segundo aire, y claro, de bajada por Escrivá de Balaguer. “Esto es tremendo”, pensé muchas veces, mientras leía algunos mensajes de amigos que me daban ánimo.

Escrivá completo, hasta Costanera, bordeando el Mapocho, hasta entrar a Providencia. Que camino más largo… por favor, paremos con la hueaíta!!! (pensaba)… en ese tramo, me encuentro con mi viejo de nuevo, otro par de fotos, una conversa sobre Colo Colo y a seguir. Ya ese tramo, pasar por Plaza Italia, y saber, entrecomillas, que estaba la jugada hecha, que el camino ya terminaba, fue un desahogo. Sentí, en lo más profundo, que había cumplido. Wow!, que sensación más enriquecedora. Me vino una presión en el pecho (suena medio mamón, pero es cierto), de felicidad. Supongo que fue de eso, y no de que me estaba muriendo… vi todos los carteles de kilómetros, y ver el de 40… chucha, se pasó… tamos listos!!!

Tramo completo. 5,13 hrs de carrera… quería hacer menos de 5 horas, pero no pude, así de simple. No me entrené especialmente, no me preparé como se debía, así es que, el tiempo, fue y será, una anécdota rica. Una vez terminado, me paseaba, pensaba y estaba muy contento de hacer algo así… en resumen, mi mente, estaba al 100%, mi capacidad aeróbica, al 100%, y mis piernas, murieron al kilometro 35… pero creo que es básicamente la cabeza, la que corre… si estás convencido de algo, a darle… aunque todo el resto (piernas, gente, cuerpo, etc) diga que NO… obviamente, llegué a mi casa, destrozado, muy cansado y créanme, que me puse crema en lugares que no me había puesto nunca… uf…

Hoy, por pega, casualmente tuve que pasar por muchos lugares, y en todos, me pasaron cosas “y pensar que acá estaba ayer, hecho mierda”, y así…

¿Lo volvería hacer? Creo que sí. La energía que se siente; la gente en las calles gritando, dando apoyo, las conversaciones con los tipos y chiquillas del agua; recorrer lugares de siempre, pero al trote; mi viejo disfrutando sacar fotos y muchas cosas más, te dan ganas de hacerlo de nuevo. Es una experiencia cansadora, matadora, agobiante, una locura a ratos, pero a todas luces, vale la pena… la raja… hoy desperté, siendo el mismo hueón de siempre, pero me miro al espejo, pienso, y me río solo…

Una respuesta a “no hay maratón que dure 100 años…

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