¡Sácate un taco!

Si salgo a las 13, ahí me lo pillo; a las 7, lo mismo; a las 20, para que hablar. No hay horario en donde no nos topemos, cara a cara, con un taco de mierda. Están en todas partes y hacia donde vamos nos persigue. Largas filas de gente queriendo ir a no sé dónde. La pregunta es: ¿si hay tanta gente en las calles, a toda hora, quién mierda trabaja?, o ¿a qué hora lo hacen?, porque cada vez que salgo o voy a un lugar, las calles están llenas y siempre he tenido esa duda. Esas personas ¿se están trasladando de un lugar a otro?, ¿están paseando?, ¿hay mucha gente trabajando en ventas, que tienen la gracia de andar siempre en la calle? No entiendo mucho. Hay calles que prácticamente son intransitables a la hora que sea.

Si ustedes se fijan, y por favor, los invito a hacer el ejercicio, ingresen a la página Web de la UnidadOperativade Control de Tránsito www.uoct.cl, en donde indican el estado de las calles, los tacos, colisiones, etc., ahí verán que las calles y avenidas congestionadas, se repiten siempre. Tobalaba, Vespucio, Apoquindo, Rotonda Perez Zujovic, Costanera y otras más pequeñas que ya no recuerdo. Es decir, los tacos se concentran siempre en los mismos puntos de nuestra capital. Es más, hay calles que ya no utilizamos para no caer en las garras de un taco sin salida. Providencia, por ejemplo, a las ocho de la noche, imposible. Vespucio, a la hora que sea, otro mal que hay que erradicar. Lo clásico, es que cuando te metes en el taco y sabes que no tendrás escapatoria, en al menos, una hora más, dices: “¡por qué no me fui por el otro camino!”, o “¡por qué no doble a la izquierda!”. Es como la ley de Murphy, que nos habla de los infortunios que no suceden (después haremos un capítulo con eso). Piensas en el trayecto que debes doblar, porque si no lo haces, cagas, y por esas cosas de la vida, decides que no a último momento, entonces, ahí te quedas, estancado en medio del taco.

Los tacos, eso sí, tienen algo divertido: lo primero, que compartes un buen rato con la misma gente al lado, y por lo general te tocan tipos o familias con algo que decir tras su ventana. El típico gil sacándose un moco; o la familia que no habla, el maneja, ella mira para el lado y los cabros chicos huevean atrás; o el clásico auto lleno de gente que viene del trabajo; o la viejita que apenas ve para adelante, pero que se las arregla para doblar justo adelante tuyo, sin señalizar, claro; o la mina rica que mira pero se hace la interesante y se mira en el espejo. Siempre hay algo que ver en los tacos. También hay que decir que los tacos en la mañana son diferentes a los de la noche. En la mañana las minas se pintan; andan todos apurados; alguno que otro lee el diario en el cambio de luz; otro se fuma el pucho matinal, etc., pero en la noche, las caras y el ánimo cambian: aparecen las caras de culo; pericos tomándose la cabeza en símbolo de estar rajas; muchos hablan por celular, porque les están encargando algo para que pasen a comprar al supermercado, etc. Es entretenido esto de los tacos. Ahora ¿por qué se producen? No lo sé, lo cierto es que a cada hora y en todo lugar, te encontrarás con uno en nuestro gran Santiago.

Las autopistas, esas grandes, que estaban hechas para descongestionar, en un horario Peak, son imposibles, otro caso particular. Dicen que les hicieron pocas salidas y que por eso se junta mucho auto. El tema es que las hicieron para algo, pero terminaron siendo lo mismo que había antes, pero sin semáforos, sin paradas. Un cacho. Lo más penca en un taco, es cuando te toca una ambulancia atrás. Seguro ese hombre al que van a auxiliar, muere en el intento, porque una ambulancia a las siete de la tarde, no llega a tiempo a ninguna parte. Debieran haber calzadas especiales para autos que van rápido, como en otras partes del mundo, el tema es que acá, como no respetamos nada, seguro se meterá un camión o una vieja que no sabe manejar, como pasa con los semáforos en donde se puede doblar a la derecha con luz roja y precaución, siempre hay un pelotudo parado que quiere avivarse y que deja la cagada para atrás y que no respeta al resto, y claro, forma taco. Por esto y mucho más, hay gente que adora Santiago en febrero, porque no hay nadie, se puede transitar feliz de la vida, sin que diez mil autos se te tiren encima. Muchos dicen que si nuestra capital fuera así siempre, sería un placer. Pero no lo es. Claramente.

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